sábado, 8 de octubre de 2016

Las no despedidas

"Por que esto no es una despedida?
Por que no vamos a decir adios?"
Lo pregunto Alexis, mi amigo de 13 anyos, el chico que siempre dice si cuando le pides algo.
Y contesto Luis, de 22, un alma sensible que no consigue encontrar su sitio: "porque por las noches, si miras las estrellas y nosotros las miramos, a pesar de los kilometros, miraremos las mismas".
Y contesto Yasmine, de 16 anyos, la reina de los silencios que gritan mas palabras que nunca haya conocido: "porque un dia cualquiera, nos conectaremos por skype. usted estara medio dormida porque sera de madrugada en barcelona. me explicara como hacer crepas y me guiara mientras yo las preparo en mi cocina".  Y contesto Yael, de 17 anyos, un artista despistado y tierno que corre descalzo para venir a verme si sabe que estoy en la escuelita: "porque dentro de cuatro anyos, llamaran a la puerta de su casa. usted abrira y sere yo, seremos todos, que hemos venido a verle".
Y yo senti, abrazada a todos ellos como si fueramos un equipo de rugby, hombro contra hombro, cabeza contra cabeza, que lo decian desde el fondo de su corazon. Que en ese momento, pensaban que asi seria, sentian que asi seria.
Y yo me trague la pena, y yo me trague la rabia, y yo me trague el sentido comun, y dije: "porque me llevo en mi maleta un trozo de cada uno y tendreis que venir a buscarlo para estar completos". Y senti lo mismo que ellos, y desee lo mismo que ellos.

Y eso fue todo.
Me abrazaron uno a uno. Sin una palabra mas. Respetando mi alergia a las despedidas.
Y se fueron. Y yo me fui. O quizas me quede.

sábado, 11 de junio de 2016

Mi calle



Mexicali, junio 2016

Mi calle tiene nombre pero la mitad de los que vivimos en ella no lo sabemos. 
Algunas de las casas, ni siquiera tenemos número. Quizás lo tuvimos antes, quizás lo tengamos después. Aquí, presente, pasado y futuro, caminan de la mano. O no caminan. Se miran desde las esquinas. 

Mi calle es una encrucijada.
Mi casa es la colonia San Antonio. Si cruzo la calle, enfrente, estoy en San Martín. Si bajo una cuadra, estoy en la Mayos. Tierra de todos... tierra de nadie.

Mi calle está atrapada en el tiempo y el espacio.
¿Siglo XXI? ¿Siglo XX? ¿O más atrás? Los niños juegan en la calle, los vecinos se conocen y se pleitean, los gatos y perros son de todos y de nadie, no tenemos asfalto ni farolas. Hay más bicis que coches. No tenemos tiendas como uno las imagina pero los miércoles, jueves, viernes y fin de semana, doña Alicia hace hot dogs y hamburguesas en la puerta de su casa y... ¡increíbles! Otra vecina, vende nieves, hielos y raspados para este verano eterno, en su patio. Y la abuela de Paula, nopales. 

Mi calle no duerme.
Como si fuera una Nueva York de polvo, siempre hay alguien jugándola, paseándola, hablándola, caminándola. La Rossy siempre barre su casa con la puerta y la ventana abierta. El marido de la Mary canta en un grupo de corrido: y ensaya en su patio. El vecino de al lado pone un karaoke de canciones cristianas. Mireya, Román, sus hijas, sus amigos, se ponen a platicar en la puerta. La abuela y el abuelo, con sus gallos perros y gatos, se defienden del calor en su patio y acogen a chamacos, que entran y salen, pero ninguno es suyo. Melani, Caín, Dilan, Lupita, Angy, Mario... juegan a las dos de la tarde, a las cinco, a las nueve, a las once, a las doce de la noche.... Y a las tres y media de la madrugada, un coche negro nuevo y brillante, con los cristales tintados, recorre la manzana, muy despacito. Solo entonces, solo con ellos, prefiero no mirar. 

Mi calle no tiene secretos.
Ese perro tiene garrapatas, no lo toques. Esa niña tiene piojos, no te acerques. Fulanita intentó quitarle el marido a Zutana. Esos son cristianos. Esos no. Esos son raros. Esos menudean. Esos, no. El marido de Patana es un borracho y no se va de casa aunque ella lo hecha. La policía ha venido a casa de la familia de la esquina. El hijo de Mengana y la hija de Sextana se han embarazado y los casan a los 15. Y tú, tú no tienes el cable de la tapa del tonel gas puesto. ¿Cable? ¿Tapa? ¿Tonel? ¿Eso tengo yo? ¿Y tú como lo sabes? También sé que no duermes con la luz del patio abierta y deberías hacerlo. 

Mi calle es una enciclopedia
Esto son mamuchis, verdes sientan mal, rojos son deliciosos. Si quieres que el gato no se acerque a tu basura, échale agua con cloro. Para la diabetes, lo mejor, la acupuntura con abejas vivas. Los nopales solo pueden cocerse unos segundos, en cuanto cambian de color sácalos del fuego. Para el dolor de muelas, estar al sol es malo.

Mi calle no tiene....
no tiene médico ni farmacia pero tiene un basurero en el que antes, aparecían muertos que nadie reclamaba. No tiene fuentes pero sí un canal lleno de agua marrón, mosquitos y restos de..., que nos separa de un barrio peor. No tiene centro comercial pero tiene una escuelita de pequeños que es la mía y una secundaria.

Mi calle no sale en ningún mapa ni plano ni en los libros de historia
A ella no llegan los taxis ni los buses y los camiones de la basura solo dos veces a la semana -o una, nunca se sabe-. El de la pizza de tres calles más allá no tiene ni idea de dónde traernos el pedido. Por supuesto, no llegan turistas ni gente de otras colonias a pasear. 


Lo que no sabe la gente es que, mi calle, en realidad, es un punto en el corazón de todos los que vivimos en ella. Y esos puntos no necesitan tiendas, ni asfalto, ni autobuses, ni médicos ni... solo necesitan sueños y personas para seguir latiendo.



viernes, 6 de mayo de 2016

Ells


Vaig llegir que 400.000 gossos viuen als carrers de Santiago de Chile i això la converteix en una de les ciutats del món amb més d'aquests companys abandonats. Caminant pels carrers, vaig veure centenars de totes les mides i races i mig races. Alguns jugaven entre ells, d'altres dormien a l'ombra de qualsevol edifici o passejaven sols i esperaven amb mi per creuar el semàfor, pendents de que aquella humana desxifres per a ells el misteri dels cotxes i les llums. Fins i tot, vaig estar mirant l'aparador d'una botiga de regals amb un husky! Tot eren coixins, llibretes, capsetes amb gats dibuixats.... veuria el mateix que jo aquell pelut? Ups!

Però per a mi ja tots ells tenen la cara de la Panchita, perquè un dia va entrar al meu jardí i s'hi va quedar cinc dies, cinc dies en que em va robar el cor... i els nervis! Era un cadell lliure, anàrquic, alegre i carinyós. La vaig portar al veterinari, li vaig donar de menjar dos cops al dia, la vaig rentar amb la manguera mentre ella tractava d'enxampar les gotes d'aigua com si fos Superman, li vaig regalar un collar preciós... i la vaig batejar amb el nom que utilitzen pels Franciscos -vaig pensar que més li valia un padrí de nivell, San Francesc d'Asís, perquè la seva vida pintava bastos-



Ho va mossegar tot però tenia criteri: la meva xancla esquerra era la joia més preuada. Va aprendre a treure-me del peu sense fer-me mal i corria amb ella pel jardí. Objectiu? Que jo la perseguís, és clar. Mai la va trencar. Un detall.


Ens vam fer amigues. Tot i que... no ens assemblavem! Quin caràcter tenia la noia! Massa personalitat i la veterinària em va dir que estava a punt de convertir-se ella en la meva jefa. En cinc dies, tu! PErò jo sé que no, que ella m'estimava també: dormia engantxada a la porta de la meva caseta, protegint els meus somnis, fins i tot una nit de pluja.

Allò que ella no sabia era que l'Àngels tenia un bitllet d'avió... i la meva llogatera, dueña de la casa, no volia un gos. "No me tenes paciencia, diria el Chavo del 8"




Vaig buscar totes les associacions de Santiago de Chile. Ninguna accepta animals. No poden. Impossible! No hi ha gosseres. Ningú s'ocupa d'aquests animals, que creixen i multipliquen com els pans i els peixos. Vaig preguntar a tots els coneguts, amics, veins... sense èxit.

Sé que avui la Panchita torna a ser lliure pels carrers de Santiago. A ella li agradava moltíssim perseguir cotxes i ocells, guiar-se pel seu instint sense una direcció, mirar-ho tot amb ulls intel.ligents... Vacunada, desparasitada i amb un collar la van abandonar, reabandonar. "Y en un barrio rico. Con lo graciosa que es seguro que la adoptan. Como lleva el collar elegante creerán que se perdió y..." em van dir mentre jo plorava inconsolable. 

L'últim dia que la vaig veure, a cau d'orella li vaig dir que era bonica i que jo, que algú, l'havia estimat. Que ho recordés sempre. Ella no era una patanera més dels quasi 4.000.000 dels que viuen als carrers de tot Chile. Ella era Panchita.



PD: Lo único por lo que Santiago de Chile no está en la lista top de mis ciudades es por eso, por todos los perros abandonados que uno ve en la calle. No son maltratados. No son perseguidos. No son agredidos. Son olvidados, son ignorados por una mayoría silenciosa. Solo cuando son un problema para el humano se actúa.O eso parece.



jueves, 21 de abril de 2016

Suyis Liq'cau, manos de mujer



No hay energía más potente que un grupo de personas movidas por un sueño, por un deseo, por una ilusión. 

En Chiu Chiu, una comunidad del desierto de Atacama, hace seis años, nueve mujeres se encontraron y soñaron juntas. Necesitaban dinero para... la lista es larga! los estudios de sus hijos, el médico, pagar la renta de la habitación en la que vive toda la familia... Pero también necesitaban un espacio en el que encontrarse, charlar de sus cosas, reír o llorar. Juntando las dos necesidades, y todos los sueños que se esconden tras ellas, crearon el taller Suyis Liq'cau, que en lengua kunza significa manos de mujer.



¿Y qué hacen estas 18 manos de mujer tres veces a la semana? Tejer en todo tipo de telares. Aprender diferentes técnicas, con maestros que consiguen gracias a apoyos monetarios de mineras, bancos e incluso Cáritas de Barcelona o el Ajuntament d'Esplugues (antes de la crisis, claro!). Y mientras tejen, se sienten mejor, se sienten mejores. 


(este es su último reto, el telar más difícil con el que se han enfrentado: en ello están todavía, pero yo no dudo que lo conseguirán)

La comunidad les ha cedido un pequeño local, donde exponen y venden sus piezas. Fui a visitarlo y me pasé allí tres horas, ayudando a exponer las piezas, charlando con alguna de ellas. Por supuesto, solo utilizan productos naturales. Compran lana de oveja, vellón... y los hilan. Así que del principio al fin, esas piezas de arte cotidiano (fundas de cojín, gorros, bufandas, alfombras, bolsos, echarpes, chaquetas, ponchos...) son suyas. Conviven con ellas, en sus casas, en las plazas, en la cola de la micro que les llevara a la ciudad, en el taller... ven sus horas y sus días pasar, sus alegrías y sus penas. 


(estas son las piezas más exquisitas, tan suaves que parece que se te deshacen en las manos)


Sin embargo, hoy se prioriza lo barato sobre lo bueno, lo moderno sobre lo que dura, lo que es fácil de lavar y planchar sobre lo que requiere cuidado... no importa llevar todos el mismo pañuelo, ¡incluso nos gusta porque está de moda! Así que su trabajo no siempre se valora. No venden mucho. Más bien venden poco. 

Si viniera un experto de Marketing, o un emprendedor de algún vivero de Barcelona, les diría que no hay salida. Viven en una comunidad pequeña y con pocos recursos económicos, que a penas recibe turismo (y si lo recibe, es de comunidades aún más pequeñas que bajan los domingos de paseo o de gente de la ciudad más grande cercana que no tienen recursos para otras actividades), hay una tienda de souvenirs chinos dos calles más allá... peor aún así no ceden porque no hay otra posibilidad, no hay otra opción que seguir remando. Espero que no cedan nunca y que los vientos, algún día cambien y les sean favorables.

Yo sé que mujeres como ellas, proyectos como el suyo, hay en muchos rincones del planeta. ¡Por suerte! Pero yo ayudé a colgar sus ponchos en una percha y coloqué los gorritos de bebé en una mesa. O sea, un domingo tarde, yo tuve entre mis manos sus esperanzas de un futuro, sus esfuerzos de superación a pesar de las veces que les han dicho tú no vales, su sudor frente al telar después de jornadas de 12 horas recogiendo zanahorias bajo el sol inclemente... así que ¡pido un milagro! 

Dios, ¿por qué no lanzas los dados una vez más y conviertes Chiu Chiu en la meca de la moda, el Milán o el París del siglo XXI? ¿Por qué no nace en una de estas casas de adobe y paja la próxima Coco Chanel? 

¡Lo que nos íbamos a reír!
















 



lunes, 18 de abril de 2016

Somnis amagats de nena no especialitzada



L'altra dia, una amiga xilena em va explicar que, aquest 2016, s'ha posat a fer coses diferents. No diferents d'extranyes, ni exòtiques, ni... vol dir coses que no fa habitualment.

-Quan era nena, portava 12 matèries alhora... totes diferents. I ara? Ara només em dedico a 'lo mío'. Què ha passat? Com que no puc? M'estic autolimitant! (En el seu cas, 'lo suyo' és escriure i llegir tot el dia: és profe a tallers d'escriptura, editora i correctora).

La vida ens especialitza. I llavors els de lletres, utilitzem els mòbils per fer les operacions matemàtiques més simples i els de ciències, ens diuen a nosaltres d'escriure les postals de cumpleanys perquè tenim més gràcia. I així sumaríem mil exemples.

Vaig pensar que la meva amiga tenia raó. Molta raó. Ella s'ha posat a fer coses amb les mans -pequeños arreglos en casa... si construía circuitos para física...-, a llegir algun llibre de Ciència i no se que més.

A mi, després de sentir-la, m'ha donat per pensar que coses m'agradava fer i ja no faig perquè m'he especialitzat en llegir i escriure. Perquè és trist però també he abandonat coses que em feien feliç... Per què ho fem? Per economia de temps, perquè allò no ens dona de menjar, perquè no ho fem bé i hi ha qui ho fa millor....

I vaig recordar que m'entusiasmava pintar. Dibuixar potser però ben bé pintar.
Els colors em fascinen: em puc passar hores mirant un paisatge i en realitat miro les infinites combinacions de verds o com el blau es converteix en negre, admiro com els grans uneixen colors als seus quadres... fins i tot la gent riu quan dic que m'encanta mirar els aparadors de les pastisseries o fruiteries perquè són bonics. Hi ha pastissos de colors increíbles! Mireu, mireu...

Tirant del fil de la memòria, vaig trobar un desig ple de teranyines, abandonat sense saber ben bé perquè. Recordo que en un moment, quan encara anava a escola, vaig decidir que quan tingués diners, molts diners (llavors pensava que això seria quan treballés...), em compraria una d'aquelles capses increíbles de Caran d'Ache. I seria només per a mi (això és important quan sou cinc germans: encara faig dol per un caballet que, no em demaneu com, un germà petit va llançar per una finestra a un pati interior...) Capses que jo espiava a les botigues, metàl.liques, amb tonalitats de verds i blaus, ordenades... de desenes, centenars, mil.lers de llapisos perfectes!

No ho vaig fer. No la vaig comprar. Amb el meu primer sou em vaig comprar l'antologia de contes de Julio Cortázar. Així que aquest somni va morir en l'epoca d'universitat, quan la lectura va guanyar la batalla.

He posat 'una curita' que diuen aquí al meu somni. He anat al Lider, una gran superfície, i m'he comprat una capsa d'un euro de 12 colors i 12 rotuladors. He anat a un venedor de carrer que em creuava tots els dies i li he comprat Secret Garden, segons ell el último hit en mandalas, segons jo...

És només un començar. Pinto cada dia una mica.
I sé, sé perfectament perquè m'agradava quan tenia sis, deu o catorze anys, fer-ho. Perquè encara m'agrada i les raons no han canviat.

I sí, quan tingui diners, em compraré una capsa, una d'aquestes amb la muntanyeta suïssa a la tapa... i no ho faré per aprendre, ni per regalar quadres a ningú, ni per arribar a exposar ni per res... Ho faré per ser, un altre cop, una nena feliç i no especialitzada.


PD: potser m'hauré de fer un curs de dibuix... aquests mandales de cors i esquirols estan acabant amb mi. jo només vull pintar però...






 

jueves, 7 de abril de 2016

Culpas viejas


SUBE a nacer conmigo, hermano







Dame la mano desde la profunda 
zona de tu dolor diseminado. 
No volverás del fondo de las rocas. 
No volverás del tiempo subterráneo. 
No volverá tu voz endurecida. 
No volverán tus ojos taladrados. 
Mírame desde el fondo de la tierra, 
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida 
vuestros viejos dolores enterrados. 
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco, 
decidme: aquí fui castigado, 
porque la joya no brilló o la tierra 
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis 
y la madera en que os crucificaron, 
encendedme los viejos pedernales, 
las viejas lámparas, los látigos pegados 
a través de los siglos en las llagas 
y las hachas de brillo ensangrentado. 
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

A través de la tierra juntad todos 
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche 
como si yo estuviera con vosotros anclado, 
contadme todo, cadena a cadena, 
eslabón a eslabón, y paso a paso, 
afilad los cuchillos que guardasteis, 
ponedlos en mi pecho y en mi mano, 
como un río de rayos amarillos, 
como un río de tigres enterrados, 
y dejadme llorar, horas, días, años, 
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.


Canto General, Pablo Neruda



Muchos días siento algo así como regusto a culpa.
Solo por un ratito.
Algo así como a culpa vieja, enmohecida, oxidada, requemada.
Y prestada.
Se que no es mía pero aun así yo la siento.

O tal vez otros me la recuerdan.

Hace unas semanas, visitando una exposición, me par'e frente a un cuadro sobre la conquista de América. Supongo que mi cara, mi manera de vestir, mi manera de comportarme gritan a los cuatro vientos que vengo de esa vieja Europa, de la que representan bajo armaduras, subida a caballo, empuñando un crucifijo o una espada con la misma crueldad. 

Un hombre cruz'o la sala, se acerc'o hasta mi y me dijo: "la llamaban colonización, mire, mire". Yo lo mir'e a 'el, no al cuadro.
Sonreí incomoda. Creo que incluso musit'e un "lo siento".
El insistió: "mírelos, mire lo que hicieron los suyos, mire como venían."
Avanc'e hacia el siguiente cuadro.
El me sigui'o.

Y me dio un ataque de humor negro. A veces pasa. No lo puedo controlar. 
Aquella situación era absurda así que... "suerte que ahora venimos con visa para turismo, verdad? y no para conquista". Sonreí y me fui hacia el siguiente cuadro.
Me siguió otra vez y antes de que repitiera lo de "mire" con cara de rabia, una chica chilena le dijo que estaba haciendo el ridículo y me pidi'o que lo disculpara.

Hace 22 años, visitando un museo del Cuzco, me sucedió algo parecido. 
El guía dijo que con todo el oro que los españoles habíamos robado al Perú se podría construir un puente desde allí hasta Europa. Se dirigió a mi entonces, para preguntarme que donde estaba ese oro y que se lo devolviéramos a su pueblo. El resto de turistas, todos alemanes e ingleses, me miraron sorprendidos.

Ya me gustaría a mi saber donde estaba ese oro. 
Por qu'e no le preguntaba a los descendientes del corsario Drake que estaban allí conmigo? Y s'i, me encantaría devolvérselo a los indígenas pero resulta que los gobiernos americanos, ya libres del yugo esclavizador español, acabaron de masacrar a los pueblos originarios. Y al que resistió, en muchos casos, hoy lo ningunea. Yo no tengo el oro ni tengo a quien devolvérselo.

Y de esta manera podemos empezar una cadena de agravios e insultos por historias que son viejas, enmohecidas,oxidadas, requemadas... de otros, de otros que ya no están aquí y que se ríen en sus tumbas de cuitas pasadas, jugando a los dados y cantando. De otros que nunca fueron yo ni fueron nada mio.

Aun así algunos días siento culpa.
Pero no como conquistadora con armadura ni soldado ni marino ni esclavista ni fraile inquisidor... 
que nunca lo he sido. ¨Pero no como castellana vieja ni colonizadora ni imperialista ni... que nunca lo he sido.
Sino como persona.

Y releo a Neruda y recuerdo los crímenes que se perpetraron aquí mismo.
Y releo bajito: "yo vengo a hablar por vuestra boca muerta"
























viernes, 25 de marzo de 2016

Nombre va, nombre viene y entre medio, risas

Hay noches que tengo agujetas en los mofletes. 
Son culpa de todas las risas que no he dejado escapar durante el día. 
Decenas de personas se sientan frente a mí, cada mañana, y les pregunto mil cosas. 
La primera, y que puede parecer sencilla, su nombre.

Este es un continente de nombres extraños. O, incluso, de nombres comunes con escritura extraña. O incluso de nombres comunes con usos extraños... 





Un hombre del Perú me dio los nombres de pila de sus dos hijos: XABIALONSO, todo junto por favor, y MESSI. Se me olvidó preguntarle si le gustaba el fútbol. O si esperaba que sus hijos fueran grandes deportistas que le retiraran de trabajar en el campo. Aunque eso de que el nombre imprime carácter... Un chico de Venezuela me dijo que se llamaba Hans Christian Andersen (también de nombre de pila) porque a su padre le encantaba leer. A él, en cambio, le gusta el fútbol, ha sido futbolista profesional en su país, y solo lee libros de psicología -ahora se dedica a ser cazatalentos-. Pues eso, quizás debería haberle explicado al señor del Perú que no iba a tener suerte por ese camino.

-Victoria.
-No señorita, mi hija se llama BICTORIA.
-Eso he escrito.
-Ha hecho usted una falta. Se escribe con B larga.

-Sesilia.
-Cecilia.
-No, no, no me ha oído bien... es con S.

-Elizabet.
-Es con h.
-Claro, disculpe. Elizabeth.
-No, no. Con h.
-Ya la puse.
-Le falta otra y ha puesto una letra que no conozco. Es con s. Helisabeth

Maclian, Yessemi, Yaramias, Isvelda, Jesusestdieux, Jesusestjust... y sigamos inventando.

Acabáramos! Real como la vida misma.
Como lo eran dos chicos exactos que tenía delante de mí, que aseguraban llamarse igual (Jorge Machado) y que venían de Venezuela. Pedí sus pasaportes: eran dos mellizos, Jorge A y Jorge G. Su madre, orgullosa, me dijo que les puso el mismo nombre (igual que a su hermano mayor) porque quería que se supiera siempre que eran hermanos. Y yo le dije a la señora que para qué estaban los apellidos. Me sonrió y me dijo que no lo sabía, que no se lo habían explicado nunca. 

Pues eso, que uno no puede reírse de algo tan propio, personal, importante... como el nombre de una persona así que acaba con agujetas en los mofletes. 


PD: Por suerte, ayer me encontré con un nombre que entendí a la primera y que supe escribir perfectamente, María de los Ángeles. Me separaban 44 años de mi tocaya. Ella había nacido esta Navidad, en un pueblito de la sierra del Perú. Tenía una melena preciosa, negra como el carbón, y unas pestañas que casi se pisaban. Su piel era cobriza y era dueña de unos mofletes espectaculares. Ojalá dentro de unos años también tengan agujetas como los míos, por todas las risas que se le escaparan. Le susurré al oído que se lo deseaba.



Pequeños ejecutados: la memoria, el triunfo

"Decidí que la mejor forma sería nombrarlos desde la vida". María José Ferrada, en su obra 'Niños' (Grafito Ediciones), dedica un poema a cada uno de los 32 pequeños ejecutados y uno desaparecido por la dictadura chilena.

Olvidar es hacernos cómplices de ese crimen o de los próximos que estén por llegar. Recordar es ofrecer un triunfo, amargo pero triunfo, a los que perdieron: su nombre sigue en el aire.




Rafael
Ejecutado, seis años
"Hoy ha decidido buscar los siete parecidos 
entre el sol y una naranja.
Tardó unas horas en descubrirlos.
Y se fue caminando con la naranja brillando en su bolsillo"

Nelson
Ejecutado, dos años
"Descubrió que la luna cabe en un vaso de agua.
Que si de noche pone un vaso en el suelo, justo bajo la luna
nace otra, pequeña, ahí dentro del agua.
Pasa lo mismo con las estrellas.
Antes de dormir, le dijo a su hermana el secreto:
hay un cielo dentro de los vasos"

Carmen
Ejecutada, diez años
"En el patio de su casa hay un manzano.
Lo mira y anota en un cuaderno:
Otoño, hojas.
Invierno, ramas.
Primavera, hojas y brotes.
Verano, frutos.
Y al final, así entre paréntesis:
(El manzano es un reloj
que crece sobre la tierra.
En lugar de dar las horas da estaciones. Hoy es otoño).

Jessica
Ejecutada, 9 años
"Ese día se dedicó a mirar a las hormigas.
Llevaban una miga en la espalda
y caminaban por la mesa hasta perderse en un rincón.
Cuando nadie la miraba, deshizo un pan
y lo dejó en el suelo junto a una pequeña carta.
Solo usando una lupa se podía leer:
"Un regalo, para el próximo invierno".

Carlos
Ejecutado, 13 años
"Cada vez que mira la luz de la lámpara
se pregunta si su luz hablará en el mismo idioma
que el de las estrellas de dos millones de años.
Si su lámpara en lugar de lámpara será un susurro antiguo.
Y se queda dormido así, sin apagarla".

jueves, 25 de febrero de 2016

Neruda, els gats, el verí i la revolta




Pablo Neruda és el poeta xilè per excel·lència. Una personalitat sens dubte peculiar i interessant, tant viva com morta. Fa uns mesos van tornar a exhumar el seu cadàver: van descobrir restes de verí, del mateix verí que van trobar al cadàver del president Frei Montalvo (un cop mort Allende, el president que quedava viu). Primers dies de dictadura militar. El Estadio Nacional ple d'estudiants, músics, sindicalistes, periodistes... gent que molestava. Com es veu que molestaven un Premi Nobel comunista i un president demòcrata.  D'això parlava ahir amb una amiga xilena, veient una exposició sobre grans muralistes mexicans (Rivera, Siqueiros...), artistes i comunistes. El títol de la mostra? La Exposición Pendiente. S'havia d'exposar a Mèxic. L'havia comissariat Neruda i Allende anava a inaugurar.la. Era setembre del 1973. Ni un ni l'altre van anar. Els militars van trencar el seu país. Mèxic, solidari sempre, no la va obrir. Esperant. L'exposició s'ha inaugurat ara, més de 40 anys després, a un Santiago tranquil.


I com la vida és plena de 'causalitats', pel matí m'havia comprat una postal amb un poema del mestre, "Oda al gato".

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas, 
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar a la mosca,
pero EL GATO
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro. 

I vaig desitjar SER GAT i ser jo, feliç, orgullosa, autèntica, tranquil·la... "desde el presentimiento a rata viva, desde la noche hasta los ojos de oro". 

Diuen que el verí va accelerar la seva mort (estava malalt de càncer en aquell moment i era molt gran)... els idiotes celebrarien que havien guanyat... i avui, jo, escrivint aquest poema, estimant-lo, i vosaltres llegint-lo, els contradiem. Avui, inaugurant l'exposició que ell va preparar i quan la visiten mil.lers de xilens, viu.  

Acabem de fer la revolta: en Neruda viu. 


martes, 16 de febrero de 2016

Cuando el sol vive atrapado en la piel



"Nadie puede librar a los hombres del dolor, pero le será perdonado a aquel que haga renacer en ellos el valor para soportarlo" dijo Selma Lagerlöf. Si Selma hubiera venido conmigo a Casa Abierta, hubiera estado de acuerdo en otorgar ese honor a los niños que allí viven, a sus familias y a sus educadores. Ellos son los que padecen el dolor pero también son los valientes que, a golpe de risas y juegos, salen adelante. Juntos. 

Pero Selma, la primera mujer que ganó el Premio Nobel (1909), no conocerá el hospital de niños quemados Coaniquem en Santiago de Chile. No se cruzará por los pasillos con Gabriel, que con dos años soporta días de encierro, entre operación y operación, para tratar de salvar su bracito. Corre de un lado a otro, seguido por un padre atento hasta de su sombra, tratando de saltar, esconderse, alcanzar todos los objetos. No recuerda que se quemó con agua hirviendo, que vive lejos de su mamá, que está malito... Solo nosotros, 'los normales' 'los adultos', vivimos con el miedo en el cuerpo.

Ni conocerá a Paz, que tiene 16 años, y deja que su melena caiga siempre por el lado derecho de su cara, para que le cubra el cuello completamente quemado. Tiene joroba porque la piel, quemada desde el hombro, no crece. Le hacen injertos para salvar esa piel pero también sus huesos y músculos que se deforman. Ella le explica a Erick lo que le espera. Comparten quemadura pero le lleva un par de años de ventaja en este camino de injertos, pastillas, terapias, intervenciones quirúrgicas... "Te dirán que no duele. No les creas. Duele mucho. Pero no pasa nada. Se va" oí que le decía una mañana. Mentiras las justas entre los supervivientes.



El veterano es Gonzalo, con 22 años. Trabaja en una obra. O mejor dicho trabajaba. Allí se destrozó el brazo con una máquina. Hoy, cuando el dolor se lo permite, juega a la wii con los medianos, tratando de desandar horas, días, semanas... esperando recuperar su vida. 

El agua hirviendo, el horno, una estufa vieja, el fuego, los petardos, enchufes y cables, niños que quedan solos porque la mamá ha de irse a trabajar... en los más de 20 años que esta institución existe, las historias se repiten aunque el nombre y la cara sean siempre diferentes. Muchas veces, estirando el hilo del ovillo de estos expedientes, se llega a la pobreza, al maltrato, al abandono,a la falta de formación. No siempre pero casi siempre.


Coaniquem es un pequeño universo, un universo lleno de risas y color a pesar de que se encuentra en guerra permanente. La vanguardia de las fuerzas de élite son los médicos y enfermeras que luchan en los consultorios y los quirófanos. Tan clara tienen su misión que me contaron que el cirujano jefe, un veterano con toneladas de experiencia a su espalda, siempre consulta a sus pequeños pacientes si quieren o no ser operados. Y en caso de que no quieran, no pasa nada. Y si quieren, les pregunta por donde prefieren empezar. Aquí no se viene nunca por una vez. Aquí no hay remedios mágicos: una pastilla, un jarabe, un yeso. Una niña que empezó a venir cuando tenía siete años y ahora empieza el primer curso en la universidad, está a punto de recibir el alta... casi definitiva.

Su piel, el traje que recubre su corazón y su alma, está maltrecha. Después de las operaciones y los tratamientos, los peques pasan por las modistas. En un taller, que a mi me pareció más bonito y brillante que cualquier atelier de París, un grupo de mujeres prepara trajes a medida. "Un par de mudas por niño. Sin costuras. Personales". Hay cuatro tipos de telas y una de ellas se la hacen traer de un taller de Mataró. "Cerca de su casa, ¿no? Son los mejores. Nada igual" y me lleno de orgullo al escucharlas mientras observo las cortinas de Peppa Pigg, las sábanas de Cars, los catálogos de disfraces de Frozzen... "Tienen que venir aquí contentos. Tenemos que conseguir que les gusten sus ropas" me comenta una de ellas mientras me enseña un muestrario de colores que van del clásico carne al verde fosforito. Los pequeños eligen y las manos de estas hadas madrinas cosen y cosen una nueva piel que proteja a sus amigos. Una pierna, una gorra, un guante, un calcetín, una camiseta, una malla, un traje completo... "Las máscaras, para los que no tienen cara, se hacen en otro sitio". Y yo no tengo fuerza de preguntar donde.

 

Días y días de tratamientos. Psicólogos, terapeutas, fisioterapeutas... Cada uno tiene su trabajo, su espacio, sus herramientas.

     


Para los que son de lejos, Casa Abierta es un pequeño hogar en el que conviven estos pacientes con sus familiares. Para los que tienen que pasar meses aquí, una escuela con un equipo de maestros. Currículum oficial. Para los fines de semana, una ludoteca con educadores pendientes de inventar actividades y juegos.



 





Porque hay vidas y vidas.
Porque no todos los niños pueden dormir cada noche en su cama ni ir a la escuela de su barrio. Porque hay pieles para las que la costura de una camiseta puede ser un arma mortífera y un rayo de sol, enemigo mortal. Porque algunos en vez de canchas de fútbol visitan quirófanos, en vez de correr por el parque juegan tumbados en una cama, porque en vez de crecer con sus hermanos lo hacen con desconocidos.

Porque a pesar de todo, y sobre todo, todas esas vidas pueden estar llenas de risas y luz. Porque, como bien saben Freddy, Emilio, Franco, Alejandro, Ana... aunque sea despacio, con muletas, a rastras, vivir siempre vale la pena.











jueves, 11 de febrero de 2016

Fundación mítica de Buenos Aires, según Borges




Borges vivió en la calle Serrano (que hoy lleva su nombre y no ése, en el corazón de Palermo, Buenos Aires) durante parte de su infancia y juventud en una casa de la que ya solo queda el solar y una placa que lo atestigua, Sin embargo, unos pasos más allá, desde el chaflán, el almacén rosado mantiene la memoría del maestro, recogida en este poema sobre la fundación de su amada ciudad. Si el almacén desaparece (de hecho, ya es un bar para turistas pero el dueño ha mantenido la estética antigua), el poema será una quimera. 
Dicen que el que hoy es un barrio de clase media algo hippy y moderno, estaba entonces tomado por las timbas, los improvisados tangos, la ley del gaucho. 

En silencio, frente al almacén y releyendo este poema, me pareció que podía ser real. Como si mirara por una cerradura en el tiempo, creí descubrir al niño jorge luis sentado en su portal, imaginando esta historia de su barrio y de su ciudad. 
¿Me vería él a mí, mirando por la misma cerradura?

¿Y fue por este río de sueñera y de barro 

que las proas vinieron a fundarme la patria? 
Irían a los tumbos los barquitos pintados 
entre los camalotes de la corriente zaina. 

Pensando bien la cosa, supondremos que el río 
era azulejo entonces como oriundo del cielo 
con su estrellita roja para marcar el sitio 
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron. 

Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron 
por un mar que tenía cinco lunas de anchura 
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos 
y de piedras imanes que enloquecen la brújula. 

Prendieron unos ranchos trémulos en la costa, 
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo, 
pero son embelecos fraguados en la Boca. 
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo. 

Una manzana entera pero en mitá del campo 
presenciada de auroras y lluvias y sudestadas. 
La manzana pareja que persiste en mi barrio: 
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga. 

Un almacén rosado como revés de naipe 
brilló y en la trastienda conversaron un truco; 
el almacén rosado floreció en un compadre, 
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro. 

El primer organito salvaba el horizonte 
con su achacoso porte, su habanera y su gringo. 
El corralón seguro ya opinaba Yrigoyen, 
algún piano mandaba tangos de Saborido. 

Una cigarrería sahumó como una rosa 
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres, 
los hombres compartieron un pasado ilusorio. 
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente. 

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: 
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.

lunes, 25 de enero de 2016

¿Quién nos cuenta la historia?


El 9 de agosto de 1942, en un Leningrado cercado por los nazis, un grupo de músicos se congregaron en el hall de la Sinfónica de la ciudad. Los ciudadanos, derrotados por el hambre, las enfermedades y un invierno más cruel de lo habitual, se vistieron sus mejores galas para acudir al concierto más especial que muchos de ellos recordarían. Dimitri Shostakovich había compuesto su sinfonía número 7 durante este asedio, para demostrar la actitud valiente de la población, y esa fue la pieza que tocaron los músicos. Cuando la artillería alemana intentó interrumpir el concierto, las descargas de las baterías soviéticas lo impidieron.

De ese momento, uno de los más bellos de la historia de la resistencia contra la barbarie de la guerra, no quedó registro alguno. Ni fotos, ni noticias, ni documentales... ¿Cómo ha llegado hasta nosotros entonces? ¿Cómo evitamos que quedara en la oscuridad semejante gesto? ¿Cómo es que yo lo sé y lo puedo hoy escribir?

Sencillo: a mí me lo contó Nancy Nichols, en el taller Resguardando las Memorias de la Historia Reciente. Y a ella se lo explicaría algún otro profesor universitario. Y a él, quizás, un músico ruso. Y si así seguimos... llegaremos al día en que una de esas mujeres que se puso un collar con alguna perla rota, unos zapatos llenos de polvo y un vestido que le quedaba tres tallas más grandes para ir a ese concierto, se lo contó a un periodista, a un historiador, a un nieto. Porque así fue, así ha sido muchas veces: el testimonio oral, del que estaba allí, del que lo vió y lo sintió, también construye la historia. La reconstruye. La mantiene.

Nancy Nichols es historiadora chilena, profesora universitaria y experta de esta disciplina de la memoria oral. El otro día, en su taller, nos explicó que "el recurso a la memoria es imprescindible para reconstruir el camino. Escudriñar el pasado a través de la memoria nos concede certezas en un mundo volátil".

La memoria de un testigo, a diferencia de un documento, permite conectarse con la subjetividad de esa persona: es decir, con sus emociones, con lo que para ella significaba aquel momento o hecho, y por tanto, acceder a sueños, utopías y contradicciones.  ¡Vamos! Y esto son palabras mías... es redescubrir la historia pero en 3D y no solo en plano.

La historia la escriben los vencedores... pero la explican también los vencidos. O los que pasaban por allí. Solo hay que escuchar sus testimonios. Y darles la importancia que merecen: protegerlos, estudiarlos, archivarlos.

Hace muchos siglos que sabemos ya que la tierra no es plana. Pero a veces parece que se nos olvida.




martes, 19 de enero de 2016

Cambiar la suerte de uno


Hoy, Santiago se ha despertado bajo una nube tóxica. Un vertedero arde y tardarán tres días en apagar el incendio. Todo el mundo habla de eso, mientras tose o se agarra la cabeza porque le duele. La culpa, del gobierno, o de las empresas, o de los medios que se lo inventan y los médicos que lo exageran... La cosa, esa cosa tan humana, de que la culpa la tiene otro. Ese. Aquel. Tú.


Desde luego, ¡no tengo nada que ver con que arda un vertedero! Y poco puedo hacer porque deje de hacerlo. Pero también es cierto que, muchas otras veces, seamos culpables o no, algo podemos hacer para que mejore, cambie, no se repita... lo que vivimos.

El otro día llamó una empleadora: buscaba tres hombres para hacer aseo en una fábrica de reciclaje. Organizamos una entrevista y solo teníamos candidatos haitianos. Mi compañera de trabajo me dijo: avísala. Estamos tan acostumbradas a que nos digan que no, que no quieren personas negras, o que hablen raro o... Por supuesto, la culpa es siempre de la sociedad que aún no está preparada, de los clientes que son racistas, de los propios haitianos que no saben comportarse... He oído de todo en un par de meses.

Ese día la entrevistadora llegó. Una chica joven, preparada, simpática... estuvimos conversando un buen rato y, sin saber muy bien cómo, me encontré explicándole el problema que teníamos para conseguir dar una oportunidad a esas personas. La verdad es que sentí una buena conexión con ella nada más llegó. Me escuchó con mucha atención. 

Pero hizo mucho más que eso. Entrevistó a todos los candidatos y, al acabar, me llamó y compartió conmigo su decisión. Se llevaría a tres haitianos, a tres que veía más cansados, más al límite, más a punto de... A un par de ellos, en estas semanas, yo los he visto irse deteriorando: comen poco, duermen en la calle, tanta mirada despectiva acumulada, tanto no sobre las espaldas... Ella me dijo que se los llevaba. Sabía que sería más trabajo: tendría que dedicar mucho más tiempo a explicarles las cosas, a monitorearlos, a estar pendiente... pero "siento que esta oportunidad es de ellos y no quiero quitársela" me dijo. Llamó al dueño de la empresa: el nieto de unos judíos huidos de la Alemania nazi que sabe del valor de una oportunidad. Sus antepasados llegaron buscando una aquí y la encontraron. Le dijo que sí, que adelante, bajo su responsabilidad.

Ahí podía haber quedado la cosa pero no. Esta chica realmente ha convertido la causa de estas tres personas a las que no conocía de nada en su causa. Se ha puesto en sus zapatos. Al día siguiente me llamó: había batallado con todo el mundo para conseguir algo inaudito. Una excepción en su empresa. Cada día pagarían la mitad del jornal a esos trabajadores: "tú me dijiste que su situación era complicada así que me quedé pensando qué podía hacer... le he dicho a mi jefe que sino comen, ¿cómo podrán trabajar bien?  y que si no pueden pagar el autobús, ¿cómo quiere que les exija que lleguen puntuales?"  

¿Su gesto acabará con el racismo? ¿Mejorará la situación de los miles de haitianos atrapados en el exilio? ¿Sensibilizará a la sociedad? No.  Pero su gesto rescató a tres personas, con nombre y apellido, Lucito, Levitique y Charles, del olvido, la tristeza y el hambre.

Una vez me contaron que el Talmud decía que cambiar la suerte de una persona es cambiar la del mundo. No sé si será cierto. No sé si ella lo sabe.