sábado, 11 de junio de 2016

Mi calle



Mexicali, junio 2016

Mi calle tiene nombre pero la mitad de los que vivimos en ella no lo sabemos. 
Algunas de las casas, ni siquiera tenemos número. Quizás lo tuvimos antes, quizás lo tengamos después. Aquí, presente, pasado y futuro, caminan de la mano. O no caminan. Se miran desde las esquinas. 

Mi calle es una encrucijada.
Mi casa es la colonia San Antonio. Si cruzo la calle, enfrente, estoy en San Martín. Si bajo una cuadra, estoy en la Mayos. Tierra de todos... tierra de nadie.

Mi calle está atrapada en el tiempo y el espacio.
¿Siglo XXI? ¿Siglo XX? ¿O más atrás? Los niños juegan en la calle, los vecinos se conocen y se pleitean, los gatos y perros son de todos y de nadie, no tenemos asfalto ni farolas. Hay más bicis que coches. No tenemos tiendas como uno las imagina pero los miércoles, jueves, viernes y fin de semana, doña Alicia hace hot dogs y hamburguesas en la puerta de su casa y... ¡increíbles! Otra vecina, vende nieves, hielos y raspados para este verano eterno, en su patio. Y la abuela de Paula, nopales. 

Mi calle no duerme.
Como si fuera una Nueva York de polvo, siempre hay alguien jugándola, paseándola, hablándola, caminándola. La Rossy siempre barre su casa con la puerta y la ventana abierta. El marido de la Mary canta en un grupo de corrido: y ensaya en su patio. El vecino de al lado pone un karaoke de canciones cristianas. Mireya, Román, sus hijas, sus amigos, se ponen a platicar en la puerta. La abuela y el abuelo, con sus gallos perros y gatos, se defienden del calor en su patio y acogen a chamacos, que entran y salen, pero ninguno es suyo. Melani, Caín, Dilan, Lupita, Angy, Mario... juegan a las dos de la tarde, a las cinco, a las nueve, a las once, a las doce de la noche.... Y a las tres y media de la madrugada, un coche negro nuevo y brillante, con los cristales tintados, recorre la manzana, muy despacito. Solo entonces, solo con ellos, prefiero no mirar. 

Mi calle no tiene secretos.
Ese perro tiene garrapatas, no lo toques. Esa niña tiene piojos, no te acerques. Fulanita intentó quitarle el marido a Zutana. Esos son cristianos. Esos no. Esos son raros. Esos menudean. Esos, no. El marido de Patana es un borracho y no se va de casa aunque ella lo hecha. La policía ha venido a casa de la familia de la esquina. El hijo de Mengana y la hija de Sextana se han embarazado y los casan a los 15. Y tú, tú no tienes el cable de la tapa del tonel gas puesto. ¿Cable? ¿Tapa? ¿Tonel? ¿Eso tengo yo? ¿Y tú como lo sabes? También sé que no duermes con la luz del patio abierta y deberías hacerlo. 

Mi calle es una enciclopedia
Esto son mamuchis, verdes sientan mal, rojos son deliciosos. Si quieres que el gato no se acerque a tu basura, échale agua con cloro. Para la diabetes, lo mejor, la acupuntura con abejas vivas. Los nopales solo pueden cocerse unos segundos, en cuanto cambian de color sácalos del fuego. Para el dolor de muelas, estar al sol es malo.

Mi calle no tiene....
no tiene médico ni farmacia pero tiene un basurero en el que antes, aparecían muertos que nadie reclamaba. No tiene fuentes pero sí un canal lleno de agua marrón, mosquitos y restos de..., que nos separa de un barrio peor. No tiene centro comercial pero tiene una escuelita de pequeños que es la mía y una secundaria.

Mi calle no sale en ningún mapa ni plano ni en los libros de historia
A ella no llegan los taxis ni los buses y los camiones de la basura solo dos veces a la semana -o una, nunca se sabe-. El de la pizza de tres calles más allá no tiene ni idea de dónde traernos el pedido. Por supuesto, no llegan turistas ni gente de otras colonias a pasear. 


Lo que no sabe la gente es que, mi calle, en realidad, es un punto en el corazón de todos los que vivimos en ella. Y esos puntos no necesitan tiendas, ni asfalto, ni autobuses, ni médicos ni... solo necesitan sueños y personas para seguir latiendo.



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