viernes, 11 de diciembre de 2015

Gabriela Mistral, en pie






Ayer se cumplían 70 años del Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral. 

Y tuve la suerte de que me pilló en el lado bueno del mar para celebrarlo: me acerqué hasta el GAM (Centro Gabriela Mistral), donde tres poetisas chilenas -dos muy jóvenes y una veterana- recitaron sus poemas favoritos de la maestra sin título. Más tarde, una actriz argentina nos puso la piel de gallina con Gabriela infinita (o el país de la ausencia), una obra de teatro cosida a versos de la poetisa. Con su voz y su cuerpo, y la pluma de la Gabriela, fueron reescribiendo en vivo sus poemas y con ellos, la historia viva y palpitante de una América que sigue doliendo.

Canciones de cuna, versos de amor desgarrado, gritos de lucha y solidaridad...  ocuparon por más de una hora aquel espacio, demostrando que la voz de los Grandes no entiende de estar viva o muerta, ni de siglos ni de modas. 







Gabriela sigue siendo actual en toda su excepción: 
maestra que por falta de dinero ejerció sin título, con el odio de muchos compañeros, 
poetisa, 
mujer sola con amores difíciles, 
errante (vivió por todo Chile, trabajando en escuelas rurales del desierto a la patagonia; y cuando éste se le quedó chiquito, trabajó en México, Puerto Rico, Estados Unidos y Europa como maestra y como diplomática) pero siempre anclada al pueblo de su niñez, donde pidió ser enterrada a los pies de una montaña con su nombre.

Son actuales sus versos por los pobres, las guerras, los niños y la educación como única posibilidad de transformación... pero también en pequeños poemas, que parecen inocentes, las palabras de la Gabriela siguen certeras, sobre todo si hablan de mujeres, otra de sus grandes luchas. 


"Todas íbamos a ser reinas,
de cuatro reinos sobre el mar:
Rosalía con Efigenia
y Lucila con Soledad.


Lo decíamos embriagadas,
y lo tuvimos por verdad,
que seríamos todas reinas
y llegaríamos al mar.



Con las trenzas de los siete años,
y batas claras de percal,
persiguiendo tordos huidos
en la sombra del higueral"


....

"Cuatro esposos desposarían,
por el tiempo de desposar,
y eran reyes y cantadores
como David, rey de Judá.

Y de ser grandes nuestros reinos,
ellos tendrían, sin faltar,
mares verdes, mares de algas,
y el ave loca del faisán.

Y de tener todos los frutos,
árbol de leche, árbol del pan,
el guayacán no cortaríamos
ni morderíamos metal"


.....

"Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar;
pero ninguna ha sido reina
ni en Arauco ni en Copán...
"


....

Rosalía besó marino
ya desposado con el mar,
y al besador, en las Guaitecas,
se lo comió la tempestad.


Soledad crió siete hermanos
y su sangre dejó en su pan,
y sus ojos quedaron negros
de no haber visto nunca el mar.


En las viñas de Montegrande,
con su puro seno candeal,
mece los hijos de otras reinas
y los suyos nunca-jamás.


Efigenia cruzó extranjero
en las rutas, y sin hablar,
le siguió, sin saberle nombre,
porque el hombre parece el mar.


Y Lucila, que hablaba a río,
a montaña y cañaveral,
en las lunas de la locura
recibió reino de verdad.


Y todas ellas son Gabriela, porque como dijo Whitman, "soy inmenso. Contengo multitudes".





PD: Si Gabriela levantara la cabeza... vería que tres poetisas y una actriz leyeron sus poemas. Pero que el GAM lo dirige un hombre, la Cooperativa de libreros independientes otro y la Furia del libro, marco del acto, otro. Ellos presidieron el acto.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario